sábado, 30 de abril de 2016

Al estilo de Salinas

Hasta entonces
nunca fui tan ingenua
ni descendí tan profundo...
hasta las arenas húmedas de tus mares de calma.
Nunca bajé hasta las tinieblas
de tu estacada,
nunca vi un traje más
limpio y puro,
jamás subí más allá
del desdén de tus miradas.
Pero cuando tú apareciste,
sí tú, entre todos,
más clara que tus hojas
vírgenes estuve, más
completa que las que tienes
acabadas.
Pero tú bajaste del Olimpo,
y con seguridad de tirano
me señalaste el alma,
ya no hay nada que me recuerde
quién era y qué quería. Apareciste,
y ya no puedo regresar a los brazos que no recuerdo
porque apareciste, y tú aparición lo ha enterrado todo.
Ya muerto, ya huído el tiempo y la voz, listo para nacer
todo a la vez, 
me entregas la vida de cero,
pura, recién nacida, ya sin memoria,
sin dientes de rabia
ya no hay nada que romper
porque estás aquí temblando
enseñándome a escribir de nuevo, leyendo conmigo dos primeros versos,
oliendo la primera flor, perdiéndome en un jardín por vez primera.
Dándote todo el ser que queda en esta piel nueva ya, sin cementerio,
vacía de historias , borrada de pasado
para embarcarnos en el viaje que me entregas a través de este instante que pasa a tantavelocidad qnome datiempo deanotar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario