martes, 27 de agosto de 2013

En tu respiración de minas proliferan las lunas.

Y me pregunto qué me atará tanto... Tus ojos de olivares infinitos, tus manos, tus manos marinas que no se cansan de estar pegadas a ti durante 19 años... parecen tranquilas y felices, bailando de arriba a abajo, pestañeando, riendo, durmiendo una encima de otra, y no se cansan, y no protestan. ¿Me querrán tus manos? Amaneceres al borde de sus precipicios. Tu boca piadora, esos labios tenebrosos y tímidos, ¿masticarán mi nombre alguna madrugada mientras tus párpados duermen y se balancean en esas barcas que son tus sueños?, en tus minutos salados, entre el oleaje de las olas ¿no te parece encontrar mis rizos entre las aguas? ¿Jamás se te apareció mi sonrisa colgada de una de esas estrellas que te acunan en las sombras? ¿No te pareció encontrar mis dedos entre las sábanas de olas que te arropan cuando tienes frío? Un olivar de infinitos alumbra de nuevo el techo de mi cuarto cada noche a la hora de dormir, cuando para cerrar mis ojos turbios trato de acordarme de tus luceros lunares, y entre el verde y la brisa cálida que desprende el trigo que tendrías como piel, me duermo y se desvela un día más en el que pasear por tus campos, por tus océanos, por tus bandas sonoras.