domingo, 3 de noviembre de 2013

S’ona me pren i me ferma i m’enfonsa.

Allí estabas entre esa brisa de ruegos y renuncias, mis llamadas al vacío, todo aquello que se nos cayó de los ojos, aquella voz marina que hacía tiempo me abrasaba, tu voz y tus acentos, saboreando las bilabiales, triturando las vibrantes, oclusivas estallando en el mismo centro dónde me ví morir tantas veces... Tus manos de arena dejándose caer entre mis dedos. Y ya no soy la misma, y piensas saber lo que realmente soy, como si fuera un mapa rescatado de una cripta descifrado por ti hacía ya tiempo. Pero no soy la que era, ni estoy en el mismo lugar. Hemos vivido tiempos diferentes, días de otras estaciones y nos quedamos allí ya sin esperarnos. Todavía recuerdo cuando éramos nosotros. Algunas de las frases que se descubren en tu boca me despiertan de este sueño que ha sido dejar de soñarte durante todas estas noches.

martes, 27 de agosto de 2013

En tu respiración de minas proliferan las lunas.

Y me pregunto qué me atará tanto... Tus ojos de olivares infinitos, tus manos, tus manos marinas que no se cansan de estar pegadas a ti durante 19 años... parecen tranquilas y felices, bailando de arriba a abajo, pestañeando, riendo, durmiendo una encima de otra, y no se cansan, y no protestan. ¿Me querrán tus manos? Amaneceres al borde de sus precipicios. Tu boca piadora, esos labios tenebrosos y tímidos, ¿masticarán mi nombre alguna madrugada mientras tus párpados duermen y se balancean en esas barcas que son tus sueños?, en tus minutos salados, entre el oleaje de las olas ¿no te parece encontrar mis rizos entre las aguas? ¿Jamás se te apareció mi sonrisa colgada de una de esas estrellas que te acunan en las sombras? ¿No te pareció encontrar mis dedos entre las sábanas de olas que te arropan cuando tienes frío? Un olivar de infinitos alumbra de nuevo el techo de mi cuarto cada noche a la hora de dormir, cuando para cerrar mis ojos turbios trato de acordarme de tus luceros lunares, y entre el verde y la brisa cálida que desprende el trigo que tendrías como piel, me duermo y se desvela un día más en el que pasear por tus campos, por tus océanos, por tus bandas sonoras.

domingo, 28 de julio de 2013

Carreteres que no van enlloc.

(...) y miraba a través de las ondeantes ventanas las señales de tráfico fatigadas, cansadas de tanto mandar, las montañas, las escurridizas nubes, casas rodeadas de trigo dorado temblando a gran velocidad, acaloradas. Y pensé: Sí. Lo he conseguido, y aquí está delante de mis ojos. Tan real y fugaz... Tú ahí delante sentado, veloz como un relámpago pero con el cinturón atado al asiento, y en una paradoja entregándote inmóvil al día. Ese día que yo habría soñado tantas veces desde las carreteras que ideaba aquí en mi cuarto, nacían en las entrañas de algunas hojas y se iban precipitando por la ventana hasta llegar allí, debajo de tus pies. Líneas discontinuas que se fusionaban en una sola a tantos kilómetros, y detrás apoyada sobre tu respaldo, yo; pestañeando con fuerza para intentar despertar disimuladamente de aquel sueño de gasolina, calor, sonrisas que se saludaban desde el espejo retrovisor.

miércoles, 17 de julio de 2013

Verano del 78.

Y por sorpresa, y por ritual, vino la enfermedad. El no dormir por las noches, el escribir a todas horas, el hablarme tanto a mí misma, insultarme y consolarme, llamarte e ignorarte. Vinieron las inseguridades, el autoengañarme, rasgar fotos y fotografiar recuerdos, echar al fuego las horas, pintarte en mil canciones, recordar y odiarte, odiarte y recordar. Vinieron las fiebres, las alucinaciones, las ganas de no moverse y de escapar de un mundo tan amargo. Llegó la soledad espinosa, y la gente que hablaba sin parar, los ojos vacíos, las miradas perdidas, las palabras desgastadas, vinieron los días eternos, las noches estrelladas, las lunas ahogadas en el mar, los libros y sus hojas amarillas. Lluvia, lluvia de verano. Gotas de fiebre, y náuseas de tinta. Y de verte tanto, de recrearte y dibujarte, desapareciste. Se acabaron los partidos de fútbol, las pantallas gigantes, las películas siniestras, la muchedumbre con patatas, las manos saladas, las alarmas reveladoras. Desapareciste en la nada. Y pasaste de ser mi universo a no poder hablarte, a oír tu voz, tu risa, a ver tu cara, a oler tu casa. Desapareciste y ya no te he vuelto a encontrar. Te borré con tanta fuerza que te escapaste hasta de ti mismo, y ni tú te encuentras.

sábado, 13 de julio de 2013

Piano, cine, cuadros, arte, tus ojos.

Y ahora parece que estás ahí para mí, a pesar de los pesares, sin querer saber nada más, dejándote llevar y detrás de la gente, de tu cuarto, tu cocina, tu ducha, tu perchero, tu armario, las sillas, nuestras horas allí varadas. Mis minutos sudorosos te buscan, al no encontrarte, te piensan. Y te volvemos a ver allí tumbado, con los ojos cerrados y tus dientes asomando como despertando del gran sueño que es tu silencio. Tu cara me mira, tus manos chiquitas comprueban, se duermen entre mis uñas y después desaparecen. De pronto me sumerjo en mi mundo, tu silueta en lo profundo bucea, y por instantes navego en la nada, pero con la tranquilidad de notar, de sentir un soplo fino, unas violetas susurrando, las alitas de una abeja, la lengua negra de la serpiente más salvaje, shh...shhhhh.... es tu respiración a mi izquierda. Me reanima, me consuela por un segundo diciéndome entre pétalos azules que tú estás, y estás aquí, a punto de inyectarme algún veneno, de picarme sucio polen, de resucitarme ya por fin de este insomnio que era hablarle a la luna hasta que se cansara de estar allí, tan arriba y amarilla, en suspensión.

martes, 18 de junio de 2013

No hay ojos ya en el mundo que puedan verlo.

Qué sin color, qué sin olor, qué sin sabor, y qué frío en el estómago... qué picores en estos brazos que no quieren ser solo dos brazos, qué ásperas están mis manos de tocar paredes y sombras, cómo me pincha el pelo ya sin tu mano para redondear, para crear, para vivir allí en la población de tus yemas, qué amaneceres al borde de tus uñas.. qué vida en tus muñecas...¿Cómo habrían sido nuestros hijos? Nuestra casa, nuestra canción, nuestros pasos ya perdidos... qué ardor en esta espalda cansada de esperar, que adiós más amargo se tragan mis labios, qué mentiras más feas y más tiernas pisotean hoy mis pies. Y no es tarde, ni es temprano, simplemente no es, y no será ya. Qué tortura recordándonos, imaginando todo aquello que se nos cayó de los ojos. Y pasará, pasará como pasa todo, y quemará como ha de quemar todo lo que prende y lo que se consume, y dolerá como ha estado doliendo todos, todos estos días, todas estas noches.. cómo golpeará de fuerte en mi inocente cara que quiere comprender, golpeará hasta el ocaso, pero ya menos que hoy, con resignación, aceptación; ya está. Se puede decir que he jugado bien mis cartas y no lo he hecho nada mal, pero es el momento de partir, y salir de la bahía de tu piel. Dejar todos los tesoros que no descubriré en tu pelo, en tus ojos que aún me miran esta noche tan fría, y partiré de nuevo y sola, deseando encontrar algo más, no naufragar y continuar, y continuar... taparme los oídos cuando canten las sirenas, y continuar. Un placer haber soñado contigo de todos los colores, un placer haberte odiado tanto, un placer todo el lamento, las horas muertas de manicomio, un placer haber estado espiando en la orilla por ti, conocer nuevas enemigas, y hablarme tanto a mí misma, escribir para la nada de mis dedos, un placer haber estado ahí para ti sin ti y a veces juntos colgados desde la punta de alguna estrella.