sábado, 13 de julio de 2013

Piano, cine, cuadros, arte, tus ojos.

Y ahora parece que estás ahí para mí, a pesar de los pesares, sin querer saber nada más, dejándote llevar y detrás de la gente, de tu cuarto, tu cocina, tu ducha, tu perchero, tu armario, las sillas, nuestras horas allí varadas. Mis minutos sudorosos te buscan, al no encontrarte, te piensan. Y te volvemos a ver allí tumbado, con los ojos cerrados y tus dientes asomando como despertando del gran sueño que es tu silencio. Tu cara me mira, tus manos chiquitas comprueban, se duermen entre mis uñas y después desaparecen. De pronto me sumerjo en mi mundo, tu silueta en lo profundo bucea, y por instantes navego en la nada, pero con la tranquilidad de notar, de sentir un soplo fino, unas violetas susurrando, las alitas de una abeja, la lengua negra de la serpiente más salvaje, shh...shhhhh.... es tu respiración a mi izquierda. Me reanima, me consuela por un segundo diciéndome entre pétalos azules que tú estás, y estás aquí, a punto de inyectarme algún veneno, de picarme sucio polen, de resucitarme ya por fin de este insomnio que era hablarle a la luna hasta que se cansara de estar allí, tan arriba y amarilla, en suspensión.

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