lunes, 2 de febrero de 2015

A mi hermano, mi despertar sereno, mi sueño infinito...

“Mi media luna, te fuiste y dejaste este mundo sin respuestas. Yo intento desde entonces esquivar todo tipo de preguntas. Pienso si cada día te entiendo más y nos unimos desde la otra esfera. ¿Te gustará aquello que ves? ¿Has alcanzado la verdad? ¿Has perdonado todas las heridas de tu alma para siempre marina? ¿qué has hecho con todas las palabras que se quedaron por decir? Los lloros que evitamos tras caritas rojas y sudor encadenado a lágrimas casi hechas de rocío, esparcidas ya por los aires, impregnando aquellos troncos que vimos pasar a gran velocidad desde tu bicicleta, tan pequeña y oxidada... ¿dónde quedaron tus manos cansadas de trabajar las flores? TU CARA, TU PRECIOSA CARA para siempre guardada dentro del espejo de mi cuerpo, su reflejo invade cada pulso de mi sangre, cada vena lleva un objeto que tú miraste (ese mundo ya finito y acabado), cada poro alberga esos ojos tuyos y su semblante triste, tus dientes muerden mis entrañas regalando esa vergüenza que despertaba de tu sonrisa. Tu sonrisa... eternamente alta, es como una marcha de tambores, son caballos ciegos en la arena, es lo imposible de unas ruinas. Tu sonrisa, la más verdadera. Cada vez que silbabas, tu dificultad al pronunciar la “r”, medio dormida... ¿dónde estarán esas erres? ¿te las has llevado después de guardarlas durante tanto tiempo? TU LIBERTAD, y el deseo desesperado de encontrar una mano a la que estrechar. Tus brazos, puerta de universos donde un encarcelamiento significaba el cielo abierto y mirar al sol de frente. Mi media luna, ¿has hecho nuevos amigos? Tenías un don muy especial para cautivar a la gente y cambiar el paisaje a tu gusto para que hubieran más ventanas por las que gritar, más globos que liberar, más razones por las que reír. ¿Sabes? Te veo a veces. Cuando encuentro un espejo, un charco, el mar... cuando veo esta cara que dicen que es mía. Te veo en mi lenguaje. Te veo tras las hojas, te veo tras la gente. Mi media luna, cómo no me explicaste qué era este mundo, la vida, el levantarse por las mañanas y dormir de noche... Ahora NO sé NADA. Y nada es seguro. ¿Qué será la esperanza? ¿qué será el futuro o una ilusión? ¿Cuánta gente te habrá visto en el transcurso de la historia sin ponerte atención? Ojalá tuviera esos minutos, esos segundos que parecen tan insignificantes, como ver a un extraño bajarse del autobús, tener a alguien cerca en la cola del cine, chocarte con él al pasear. ¿Qué haría con todo ese tiempo vacío? Podríamos recaudarlo y tejer una nueva historia. Dime, Mi media luna, ¿hacia dónde he de continuar? Me has dejado con la cara llena de nada.”