lunes, 19 de octubre de 2015

el mundo se hace tan frío que tengo miedo

Estoy un poco perdida ahora mismo. Siento que todo gira entorno a lo mismo; si volviese... todo tendría su espacio. Ya no me dejan cumplir mi sueño, todo es tan frío y tan difícil que no quiero despertar de esta mesa hasta que no venga mi media luna cubierto de pétalos rosados: "Vayamos a escribir juntos, vayamos a vivir, a reír, levántate, hermana, respira, estamos vivos o nos estamos viviendo. Llorar ha perdido su significado, no lo recoge ya el diccionario, los ojos ya no se liberan de sus mares... hermana, vámonos ya, despertemos de esta mentira. Hermana, vayamos a reír, hermana, vayamos a escribir, ya no existen los adioses... ya nadie te puede hundir porque no hay suelo. Hermana, vayamos a volar, ya nada importa." En mis pulsos siento los pétalos algunas noches, cuando me acerco al mar, cuando veo a un recién nacido, cuando acaricio a un cachorro, cuando cruzo en rojo, cuando escribo en nuestros cuadernos con nuestras manos... cuando hablo con mamá y la veo reír como si fuese una niña perdonada ya de ser adulta... cuando papá dice que se acuerda de ti al oirme hablar... qué pétalos, Señor, qué petalos... Vámonos ya, hermano, pero no me hables tan fuerte esta noche que tengo que estudiar, mañana a las diez tego un examen de literatura medieval y la profesora no quiere que me sigas chivando las respuestas. No me grites tanto esta noche que la abuela se va a enterar y no soportará verte de nuevo, saca las patatillas de tu escondite, comeremos toda la madrugada. Pero ven, ¡no te vayas!, que era broma, háblame más fuerte, no te vayas. La noche cierra sus cortinas, y ya no oigo nnada. Háblame un ratito, juguemos a las cosquillas, deja que te lea algunas cosas que me han hecho pensar en ti, no te vayas todavía, si te quedas, juro no dormirme nunca más, cantaremos hasta que tus vecinos del cielo nos oigan, pero no te vayas, ¿no ves que estoy a punto de llorar y jamás dejaste que existiera ni una lágrima que me viese triste? Ven, haremos de esta noche la mañana que no tuvimos para despedirnos. Ven, quédate un rato, mira cómo he cambiado desde entonces... cuéntame qué has hecho en estas soledades que me sembraste en los ojos. 
Háblame más fuerte, ya no te oigo.

lunes, 2 de febrero de 2015

A mi hermano, mi despertar sereno, mi sueño infinito...

“Mi media luna, te fuiste y dejaste este mundo sin respuestas. Yo intento desde entonces esquivar todo tipo de preguntas. Pienso si cada día te entiendo más y nos unimos desde la otra esfera. ¿Te gustará aquello que ves? ¿Has alcanzado la verdad? ¿Has perdonado todas las heridas de tu alma para siempre marina? ¿qué has hecho con todas las palabras que se quedaron por decir? Los lloros que evitamos tras caritas rojas y sudor encadenado a lágrimas casi hechas de rocío, esparcidas ya por los aires, impregnando aquellos troncos que vimos pasar a gran velocidad desde tu bicicleta, tan pequeña y oxidada... ¿dónde quedaron tus manos cansadas de trabajar las flores? TU CARA, TU PRECIOSA CARA para siempre guardada dentro del espejo de mi cuerpo, su reflejo invade cada pulso de mi sangre, cada vena lleva un objeto que tú miraste (ese mundo ya finito y acabado), cada poro alberga esos ojos tuyos y su semblante triste, tus dientes muerden mis entrañas regalando esa vergüenza que despertaba de tu sonrisa. Tu sonrisa... eternamente alta, es como una marcha de tambores, son caballos ciegos en la arena, es lo imposible de unas ruinas. Tu sonrisa, la más verdadera. Cada vez que silbabas, tu dificultad al pronunciar la “r”, medio dormida... ¿dónde estarán esas erres? ¿te las has llevado después de guardarlas durante tanto tiempo? TU LIBERTAD, y el deseo desesperado de encontrar una mano a la que estrechar. Tus brazos, puerta de universos donde un encarcelamiento significaba el cielo abierto y mirar al sol de frente. Mi media luna, ¿has hecho nuevos amigos? Tenías un don muy especial para cautivar a la gente y cambiar el paisaje a tu gusto para que hubieran más ventanas por las que gritar, más globos que liberar, más razones por las que reír. ¿Sabes? Te veo a veces. Cuando encuentro un espejo, un charco, el mar... cuando veo esta cara que dicen que es mía. Te veo en mi lenguaje. Te veo tras las hojas, te veo tras la gente. Mi media luna, cómo no me explicaste qué era este mundo, la vida, el levantarse por las mañanas y dormir de noche... Ahora NO sé NADA. Y nada es seguro. ¿Qué será la esperanza? ¿qué será el futuro o una ilusión? ¿Cuánta gente te habrá visto en el transcurso de la historia sin ponerte atención? Ojalá tuviera esos minutos, esos segundos que parecen tan insignificantes, como ver a un extraño bajarse del autobús, tener a alguien cerca en la cola del cine, chocarte con él al pasear. ¿Qué haría con todo ese tiempo vacío? Podríamos recaudarlo y tejer una nueva historia. Dime, Mi media luna, ¿hacia dónde he de continuar? Me has dejado con la cara llena de nada.”