domingo, 28 de julio de 2013

Carreteres que no van enlloc.

(...) y miraba a través de las ondeantes ventanas las señales de tráfico fatigadas, cansadas de tanto mandar, las montañas, las escurridizas nubes, casas rodeadas de trigo dorado temblando a gran velocidad, acaloradas. Y pensé: Sí. Lo he conseguido, y aquí está delante de mis ojos. Tan real y fugaz... Tú ahí delante sentado, veloz como un relámpago pero con el cinturón atado al asiento, y en una paradoja entregándote inmóvil al día. Ese día que yo habría soñado tantas veces desde las carreteras que ideaba aquí en mi cuarto, nacían en las entrañas de algunas hojas y se iban precipitando por la ventana hasta llegar allí, debajo de tus pies. Líneas discontinuas que se fusionaban en una sola a tantos kilómetros, y detrás apoyada sobre tu respaldo, yo; pestañeando con fuerza para intentar despertar disimuladamente de aquel sueño de gasolina, calor, sonrisas que se saludaban desde el espejo retrovisor.

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